sábado, 26 de marzo de 2011

LOS FÍSICOS

En efecto en Los físicos, el pesimismo del autor se une a lo cómico, a lo sarcástico, a lo humorístico, para hacer desaparecer o, mejor dicho, anular espiritualmente al tradicional héroe positivo. Möbius, el físico nuclear creado por Dürrenmatt, descubridor de la terrible fórmula, cae en la cuenta de que ha creado un arma mortífera y se pregunta cómo proteger al mundo de su saber y el saber del control del Poder. Opta, pues, por la mejor forma de encubrimiento : el teatro, la mascarada. En lugar de convertirse en el símbolo del conocimiento humano de nuestra era, abandona a su familia y se refugia en un manicomio donde se hace pasar por un loco, sobre todo para poder presentar sus descubrimientos como producto de su locura. Y, parafraseando al crítico alemán que, en su momento, aplaudió la obra de Dürrenmatt, la mascarada pasa a ser un acto moral.

Los físicos se desarrolla en un escenario único -una sala en un sanatorio para enfermedades mentales- y observa escrupulosamente las célebres unidades de tiempo y lugar. Toda la terrible espiral de paradojas que va formándose a lo largo de la obra llega al espectador exclusivamente mediante las distintas situaciones grotescas que van produciéndose y el lenguaje denso, transgresor, entre violento y sarcástico, de los personajes.

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